De Penélope Cruz a la dictadura de la era digital pasando por Pablo Iglesias vestido de pingüino



Villaharta, 23 de febrero de 2017 

Tramo Cerro Muriano – Villaharta. 

Alboreaba mustio, la mañana andaba adelante cariacontecida como quien se levanta diciendo qué le vamos a hacer. A veces lloviznaba, pero poca cosa. El camino, siempre a una distancia de tiro de piedra de la carretera, de vez en cuando se encharcaba, otras discurría entre las encinas sin prisas, y en algún momento, se metía en una hondonada convertida en lago que era necesario sortear. Senderos tranquilos por los que discurría la mañana donde el hecho de caminar era un ejercicio cuanto menos agradable. 

En El Vacar, cuatro casas a la vera del camino, paro a desayunar y mientras me sirven una tostada y un café con leche me voy al servicio. Abro un puerta, bajo unos escalones y, diantres, aquí he estado yo, me digo de repente. Un patio con geranios en maceta sobre los muros encalados. De alguna parte de la memoria extraigo el patio y los geranios y trato de buscarles conexiones en el tiempo. Al fin caigo, estoy en otro cruce de caminos. Por aquí pasé hace unos años atravesando Andalucía de oeste a este siguiendo la ruta de Sierra Morena, el GR-48. Me lo confirma la dueña del bar que dice reconocerme. Siempre con la memoria a la zaga… El GR-48 atraviesa Andalucía desde la frontera portuguesa hasta Despeñaperros, un bello itinerario en el que me introdujo desde su tierra extremeña, una vez más, Manuel Coronado, que por parecidas razones ha aparecido de tanto en tanto en este diario de los caminos. 

El discurso de Byung-Chul Han deviene en la mañana un antídoto contra todo aquello que de una manera o de otra, siempre disfrazado, acosa al individuo de nuestros días para hacer de él un siervo sumiso del consumo y de los poderes fácticos que buscan en él un obediente servidor del sistema, bien que sin usar la violencia como en otros períodos históricos. El gran descubrimiento en manos del neoliberalismo en esta línea va a ser conseguir que los individuos sometidos no sean conscientes de su sometimiento. En este sentido cuanto mayor es el poder, más silenciosamente actuará. "La técnica de poder propia del neoliberalismo adquiere una forma sutil, flexible, inteligente, y escapa a toda visibilidad. El sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre". El neoliberalismo en lugar de hacer a los hombres sumisos, intenta hacerlos dependientes. "Este poder amable es más poderoso que el poder represivo. Escapa a toda visibilidad. La presente crisis de libertad consiste en que estamos ante una técnica de poder que no niega o somete la libertad, sino que la explota. Se elimina la decisión libre en favor de la libre elección entre distintas ofertas". A diferencia del capitalismo del siglo XIX, que operaba con coacciones y prohibiciones disciplinarias, el neoliberalismo de hoy es el capitalismo del me gusta, afirma Byung-Chul Han. 

En el corto espacio de unos pocos kilómetros se me acumulan los asuntos, no siempre éstos salidos de la lógica de un discurso coherente como corresponden a los pensamientos de un caminante que comparte lectura, paisaje, ideas e incidencias del camino como tener que vadear un pequeño río formado por las lluvias de los últimos días. Cuando me hallo en la otra orilla mis pensamientos se han ido por otros derroteros, el de la big data. Y así inocentemente se me ocurre pensar sobre los conocimientos que empresas como Google o Facebook tienen sobre mi persona, y de repente me veo abrumado, no porque alguien tan insignificante en un contexto más global pueda tener alguna relevancia, sino por lo que ello significa a nivel global. Que estás dos empresas puedan tener tanta información sobre mí como yo mismo de golpe pone un punto de desasosiego en mí ánimo. Este big data, que posee tan enorme información de un cuarto o la mitad de la población mundial… ¿no es en sí un dato alarmante? Saber que habiendo visitado determinadas webs la tarde anterior vas a encontrarte en las páginas del periódico de la mañana siguiente los anuncios de aquellos productos sobre los que has buscado información puede hacernos gracia. Vas a viajar por la Conchinchina y allí cuando abres el periódico ya tienes a Booking ofreciéndote una habitación. ¿Te interesaste por cualquier cosa? Al minuto tendrás la oferta de Amazon sobre ese producto en cualquier página por la que navegues. ¿Quién va a impedir a los gestores de esa big data universal hacer uso de ella en beneficio de X o Z? Aún recuerdo a algunos compañeros del Facebook poniendo en sus muros ingenuamente aquel cartelito mediante el que pretendían impedir a Facebook que no hicieran uso de sus datos personales o imágenes. Si previamente no aceptas las condiciones del sistema, ya sabes… La conditio sine qua non está en el portal de entrada de todas estas instituciones (y si no estuvieran sería lo mismo, claro… para eso están los gobiernos consentidores los grupos de influencia. ¿El uso de los cookies?, otro tanto de lo mismo. Si quieres usar Internet, a comulgar con ruedas de molino, no queda otra. 

Y al paisaje, hoy muy ameno, no le faltan otros asuntos; hoy, por ejemplo, me acuerdo de ciertos zapatos "estrafalarios" en pies de actrices conocidas, una secuencia que precedió a la aparición de Dani Rovira en los premios Goya de este año. Y trajes y vestidos vistiendo a empirigotados personajes del cine. Me daba lastima, por ejemplo, Ana Belén habiendo memoria de su historia de actriz con ese disfraz que le habían puesto encima; me resultaba graciosa, en el peor sentido de la palabra, Penélope Cruz con el vestido que le habían endilgado. Casi todo el vestuario de los respetables del cine me parecía tan estrafalario como si de repente los gestores del circo Price se hubieran hecho con la responsabilidad de gestionar la gala de los Goyas. Sí, uno debe de ser un rarito por ver "extravagancias" donde el respetable ve "clase" y "distinción". Hasta Pablo Iglesias me pareció ridículo vestido de pingüino. En todo aquel circo, el único personaje coherente, y no sé yo si tan lúcido como para tomar intrínsecamente el pelo a la concurrencia y a sus atuendos, fue Dani Rovira, haciendo mofa vistiendo unos zapatos de mujer y unos pantalones pesqueros que casi le llegaban a las rodillas. Por cierto, que eso de querer significarse por su "clase" y "distinción" es algo que debería incitar a la risa. Durante toda la historia de la humanidad siempre hemos tenido a un grupo social, generalmente malandrines y usurpadores, que buscaron distinguirse del pueblo llano de sofisticadas maneras; vestidos, castillos, afeites, modales han constituido siempre el mejor arma de la distinción del respetable. Una respetabilidad de la que deberían de ocuparse los dibujantes de El Jueves para hacer honor a su loable trabajo de desmitificación (por cierto: Undargarin, que tan simpático aparecía en su última portada: "todos somos iguales ante la ley": ja). 

Me temo que el paisaje, ya a un tercio del final, había cumplido con su cometido: charcos, encinas, unas vías del tren abandonadas, la dictadura de la era digital, los zapatos de Dani Rovira, unas lomas envueltas en la ferroginia grisácea de la mañana, Facebook, Google, un intelectual surcoreano llamado Byung-Chul Han. En fin, una jornada muy heterogénea, incluído un rato de lluvia y algún pequeño despiste con el camino rápidamente subsanado. Llegué a Villaharta poco más allá del mediodía. Hoy hasta me va a dar tiempo a echar una partidita de ajedrez.









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